Cita

Un libro abierto es un cerebro que habla; Cerrado un amigo que espera; Olvidado, un alma que perdona; Destruido, un corazón que llora
PROVERBIO HINDU

domingo, 22 de mayo de 2016

Otra vuelta de tuerca: la ambigüedad reina en la mansión Bly

Hemos tenido una nueva reunión de soñadores, esta vez con un libro de Henry James “Otra vuelta de tuerca”.

En su momento fue un libro que conmociono ya que dio como su propio nombre indica otra vuelta de tuerca a los libros sobre fantasmas por la aparición de niños en el relato y sobretodo por su ambigüedad.
Una ambigüedad que sigue persistiendo hoy en día.

¿Qué quiso decirnos realmente Henry James? ¿Existen los fantasmas o se trata de nuestros fantasmas interiores?
Aunque parece que me voy a unir al carro de la ambigüedad, creo que nos habla de las dos cosas porque de algún modo nuestros fantasmas a veces saltan de nosotros y se convierten en algo tangible y real que puede habitar fuera y acaban existiendo los fantasmas como ente propio.

Realmente nunca sabremos la verdad, quizá sea la grandeza de este libro, una colección de cajitas chinas que van abriendo nuevas cajas y cuando llegamos a la última, la más pequeña y escondida está vacía y nos quedamos sin respuesta, aunque tal vez, a fin de cuentas, la respuesta está a lo largo de todo el viaje.
Para empezar, la historia está contada desde un punto de vista, el de la institutriz, que no posee nombre, con lo cual todo lo que nos cuenta es lo que ella ha visto, experimentado o  lo que quiere que veamos, ya que necesita que la justifiquemos.

Independientemente de que realmente haya visto a aquellos fantasmas que iban tras los niños, parece empeñarse mucho en remarcarnos lo angelicales que son ellos y lo simple y vulgar que se siente ella. 
Su única confidente, la señora Grose parece estar en la historia para darle la razón y teniendo en cuenta que ella cuenta la historia siempre deja la sensación de que no se nos cuenta todo lo que la señora Grose decía realmente.

La ambigüedad es continua en la relación con los niños especialmente con Miles, pero la habilidad de Henry James es que es tan sutil y delicada que no sabemos si es cosa nuestra esa sensación extraña y un poco perversa, nada natural de la relación hacia el o realmente la institutriz oculta ciertos sentimientos hacia el niño.

Cada lector deberá sacar sus propias conclusiones y nunca sabremos que ocurrió realmente en la mansión Bly.



Y quizá sea esa la originalidad del libro, lo que empieza como luz y belleza acaba convirtiéndose en algo oscuro y sombrío, habla de la creación literaria y de la capacidad creativa, de nuestros propios miedos al amor, a perdernos y llegar a destruir a aquello que decimos amar.

Tal vez, al final se trate de no perdernos en cajitas chinas, que vamos ocultando y cerrando con más y más candados en nuestro interior, de ser más sinceros con nuestros temores, atracciones, deseos y confusiones para no llegar a convertirnos en institutrices sin nombres perdidas y atrapadas en laberintos, entre lagos y estancias solitarias donde nadie puede llegar y que juegan a buscar la manera de ser víctimas y verdugos de si mismas.


Deseando que no nos convirtamos en personajes grises atrapados en nuestros propios miedos se despide.

Gota de lluvia

lunes, 2 de mayo de 2016

La tragedia de Ricardo III: La fascinación del mal

Hemos tenido una nueva reunión de soñadores, está vez reflexionando con uno de los grandes genios de la literatura Universal: William Shakespeare.
Hemos elegido “la tragedia de Ricardo III”. 
En ella Shakespeare dibuja uno de sus más despiadados personajes: Ricardo III. 
Primeramente me gustaría dejar claro que el Ricardo histórico poco tiene que ver con el malvado Ricardo de esta tragedia, así que nos centraremos únicamente en el ser creado por la pluma de Shakespeare y que como es habitual en él, no deja de ser un modo catártico de enfrentarnos a nosotros mismos.

Dicho esto estamos ante un personaje que nos fascina a pesar de sus atrocidades y fealdad.
Shakespeare utiliza casi una caricatura del ansia desmesurada del hombre por el poder, ese deseo que todo ser humano lleva dentro de alcanzar algún tipo de poder.

En un principio podría parecernos extraño el atractivo que puede llegar a ejercer en nosotros Ricardo, ya que parece estar tejido de sus propios intereses y en ningún momento se ve rastro de compasión o arrepentimiento ante sus fechorías.

Quizá lo fascinante del personaje es que asume su fealdad, que no tiene reparos en reconocerla y no pretende que se le tenga lastima e incluso asume que va a entrar en el juego de hacer lo necesario para conseguir poder, no es el hecho de conseguir ser rey, se trata más bien de un deseo de entrar en un juego de poder y no le importa la sangre que tenga que derramar para demostrar que no solo puedo jugar sino que puede ganar.
En este juego él decide convertirse en un ser amoral, apagar su conciencia y jugar aunque le cueste su alma.
En otros malvados de Shakespeare, Macbeth por ejemplo, tienen quien les va llevando por es senda, ellos se dejan llevar cierto es, pero parecen tener un motor exterior que les “anima” a entrar. 

Ricardo no, Ricardo asume esa posición es como si ya que fisicamente es feo y tullido y todos le ven como un pobre infeliz decidiría darles una lección demostrando que no le importa convertir su interior en reflejo de su exterior pero con un cierto punto de ironía. Sabe que la caída será enorme y posiblemente acabará con él, pero de algún modo asume las consecuencias de su horrible comportamiento.
Quizá sea esto lo que nos fascine del personaje, sus asesinados le atormentan en los sueños, sabe que tarde o temprano acabarán con él y aún así se empeña y esfuerza en ser manipulador, egoísta, asesino, malvado todo lo posible y más.

¿Shakespeare nos prevenía de nuestra costumbre de empeñarnos en dejarnos guiar por nuestros instintos más bajos a pesar de saber que no va a acabar bien?
Ricardo muere solo y con un pueblo que suspira aliviado de quitarse de encima al monstruo. ¿Le merece la pena a nuestro antihéroe apagar su conciencia solo para demostrar que puede jugar a este juego de poder?

Realmente creo que la genialidad de Shakespeare es presentarnos nuestros más bajos instintos llevados al extremo y dejar las preguntas planteadas, las cartas mostradas... ahora nuestro es el esfuerzo de buscar las respuesta,s de reflexionar sobre esas situaciones que todo humano vive dentro de si, eso si agrandadas y llevadas al extremo.
Pero no solo se trata de Ricardo, cada personaje actúa y se enfrenta a las pasiones de un modo u otro. Curiosamente las que sobreviven, excepto algún que otro caso, a la acción destructora de ese tornado llamado Ricardo son las mujeres.
Muchas de ellas arrastraran sus tristezas pero parecen ser capaces de no entrar totalmente en el juego de sombras al que arrastra a prácticamente todos los personajes masculinos Ricardo.

Me gusta el juego de plantear las preguntas y dejar que reflexionemos  e intentemos desde nuestro interior y nuestras experiencias aplicar lo propuesto por Shakespeare.

Ya que somos actores de nuestra propia aventura atrevámonos a jugar, a actuar y a cambiar el guión de nuestra vida si creemos que ya es hora de dejar de ser víctimas de nosotros mismos.

Con estos deseos se despide 

Gota de lluvia