Cita

Un libro abierto es un cerebro que habla; Cerrado un amigo que espera; Olvidado, un alma que perdona; Destruido, un corazón que llora
PROVERBIO HINDU

martes, 27 de noviembre de 2018

FALLO DEL 1º CONCURSO "CARTAS A LA HUMANIDAD: la Dignidad"

Hemos empezado este Noviembre de 2018 con una hermosa novedad, el primer concurso de "Cartas A la Humanidad". En este mundo tan tecnológico en el que nos hemos olvidado de escribir cartas, no esta nada mal tener unos momentos para mandarnos unas misivas a nosotros mismos, a alguien conocido, desconocido... en fin a toda la humanidad.
¿Te atreves?
En esta primera edición el tema elegido ha sido la Dignidad. A continuación las tres cartas ganadoras, y las elegidas por el público.
Deseando que las disfrutéis y os hagan reflexionar.
Gota de Lluvia 

1º PREMIO: Yolanda  Garcia
"Nunca te había hablado de una persona que conocí años atrás.
Ella era una mujer delgada y diminuta con una sonrisa amable dibujada en su rostro. Las circunstancias en las que se encontró desde la infancia auguraban una vida un tanto desdichada e inútil. Pero algo en su interior se rebeló contra esta “anécdota”, como ella la llamaba. Desde que fue consciente de “eso” la lucha se fraguo.
Su Ser que venía del pasado remoto, -porque era así como lo sentía-, no se quería dejar arrebatar por una corriente que no era suya y que trataba de sentenciarla. Todas las mañanas se levantaba, salía al balcón de su casa: sol...; nubes y sol...: nubes solo... ¡que importaba!. Aspiraba el aire y buscaba en sus, a veces enmarañados pensamientos, una idea que le haría soñar con la mujer que desde niña aparecía dibujada en su horizonte. Y bajo esta idea, aquel dia sus dedos y su cuerpo se movían. Llevaba muchos años ensayando esta acción y lejos de convertirse en rutina la calificó de apasionante aventura.
Su ceguera hubo un tiempo que supuso una amenaza seria, es verdad, pero le había servido para orientarse... en otro sentido. Había soportado las risas o el desprecio de las gentes de su pueblo y ante ello, había encontrado la fortaleza para no dejarse derrotar.
Quería vivir, sí, pero no de cualquier manera. Descubrió que la música era su aliada en esta batalla y las notas, sus fieles amigas, la mostraban mundos que quizás no hubiera podido conocer de otra manera.
Este manantial ingrávido lavó para siempre su alma. Después sus manos se dejaron guiar para transmitir la alegría vital que bullía en su corazón y que resultaba ser contagiosa. Su pulso con el dolor, cual llama sin aceite, se fue consumiendo.
 La puerta de su casa permaneció abierta y dentro el fuego crepitante en la chimenea hacía que su hogar fuera un imán. Acudían muchos padres que necesitaban reeducar a sus hijos. Los míos también lo hicieron. Y ella, con amorosa paciencia, nos conducía sabiamente para que descubriéramos la parte más noble que todo ser humano tiene.
Muchas veces te he escuchado pedir justicia, integridad y si no lo encuentras te quejas, te desanimas o entras en depresión. Por eso hoy quería contarte esta historia, esta que es mi historia pero que sobre todo pertenece a la humanidad
Muchos como ella, anónimos o no, han dejado sus huellas permanentes y luminosas para guiarnos. Ellos dejaron de pedir y comenzaron a SER.
Hoy me preguntaba: y tu ¿quieres ser arena o dejar Huella?"

2º PREMIO: Asier Mellado

"Escucho la lluvia, golpeando los cristales de la ventana de mi habitación. Hace frío, y el mundo duerme, a excepción de mi, que escribo en la madrugada sentado hacia el escritorio y rodeado de silencio, contemplo la pared con líneas blancas y grises que tengo delante, y la mente comienza vagar sin rumbo, como un vagabundo sin hogar.
¿Qué es dignidad? ¿qué es ser digno? ¿lo seré yo? Y ¿de dónde procederá la palabra? ¿tal vez del griego, del latín? Enseguida pienso en escritores, filósofos y poetas, tratando de definir conceptos como este, y ahondando en preguntas universales como que es el amor, la verdad or la belleza. ¿Cuántos habrán llegado a pegarse un tiro al no encontrar la respuesta? ¿O a encontrarla pero no llevar sus bonitas conclusiones al terreno de la vida ordinaria?.
Muchos otros tienen más suerte y acaban en compañía del juego y la bebida o desesperados. Tal vez, de vez en cuando, algunos se encuentra con una persona despierta que irradia lucidez y como si de una estrella fugaz que se tratara, de pronto nos hicieron comprender por un momento aquello que necesitábamos saber sobre la vida y la existencia. En la mayoría de los casos uno se encuentra con personas que han eliminado estas preguntas de sus vidas. Ahora se dedican a comer hamburguesas y a comprar lo que Media Markt o El Corte Inglés dicen que hay que comprar, mientras van lentamente precipitándose al abismo. ¿Y tú qué piensas? le pregunto, curioso a una figurilla de Buda que hay en mi cuarto. Me dice que mire en mi interior. Suelo preguntarle cosas, y de vez en cuando me responde, otras no.
La verdad es que no tengo mucha idea de lo que es la dignidad, y tampoco sabría definir con exactitud su significado, aunque dicha palabra inspire y sirva como refugio desamparado, y como templo al que lleva consigo. Conservar un poco de ésta y compartirla con los demás hace que la existencia en este confuso mundo sea más soportable, y cuando no se tiene, la vida parece no tener mucho sentido. Quizás ese fuera el mensaje de Jesús o Lao Tsé. Qué no nos rayaremos tanto el cráneo con estupideces, y qué tuviéramos algo de dignidad, que nos quisiéramos un poco y qué no acumulásemos demasiadas cosas que realmente no necesitamos.
Pero como suceder con las enseñanzas más simples y sencillas, no las hemos entendido, y: a estas personas que sólo trataron de ayudarnos las tratamos como dioses o diablos. Es la historia es siempre, y todo porque no hemos entendido.
Veo la dignidad como un bonito pajarillo azul encerrado en una jaula, y que le apetece salir. El pequeño pajarillo canta y se mueve. Es simpático y adorable, pero le decimos que calle, que no llame demasiado la atención. Es entonces cuando el odio y la fealdad se manifiestan en el mundo, la realidad se distorsiona y aparecen las barreras en las personas y en sus mentes. El panorama y se
oyen los tambores, suenan las trompetas del comienzo de la batalla. Se presenta Khrisna frente a nosotros y nos pega con un garrote para que espabilemos.
Miro de nuevo la figurilla de Buda, en la cual se puede apreciar una sonrisa.
Me levanto de la silla y me acerco a la ventana para ver el paisaje. Silencio. Otra vez el infinito silencio llegando de todas partes y penetrándome. La civilización parece no existir. Ojalá pudiera ir a todos los rincones del mundo y compartir ese silencio como medicina.

El remedio del silencio lo llamaría y lo repartiría como caramelos. Así la gente no tomaría antidepresivos, ni habría suicidas, ni tanto chalado suelto. Me forraría seguro y las farmacéuticas caerían.
Mataría varios pájaros de un tiro y en medio de todo el jaleo, seguro que encontraría alguna persona coherente que me ayudara con mis dudas existenciales, y me explicara en qué consiste la dignidad.

Ahora poniéndome serio con el tema, creo que tal cosa como la dignidad, no puede reducirse a una simple definición de diccionario o a un concepto mental. No, tenemos que quitarnos esa costumbre los occidentales de querer etiquetarlo todo. Lo mejor que podemos hacer para comprender esta cualidad es tratar de comportarnos como los humanos que somos, sin fingimientos ni añadiduras innecesarias. No es necesario fingir más . Todos somos defectuosos, y reconocer nuestra miseria nos ayudará a liberarnos de ella.
¡Ahí va una enseñanza simple! ¿No estás de acuerdo, Buda? Le pregunto de nuevo. Se ríe y abre los ojos.
Me dice que mire en mi interior." 


3º PREMIO: Patricia Cochón


"Es un frío y oscuro día de otoño del año 3172. Hoy hace catorce años que he nacido y aún se me sigue recordando la familia impresionante de la cual desciendo y que no conozco en su mayor parte, pero en la que todos esperan que yo destaque. Todos quieren, al verme, que, de un momento a otro, se me ocurra la genialidad de sobresalir y ser alguien en el mundo, descubrir no sé qué cosa que arranque un «¡guau!» de sus gargantas y les haga pensar: «¡Es un ser humano!» y solicitar el carnet que así lo legitime. 
¡No sé a quién se le ocurrió la genial idea de decidir cuándo se es humano! Ya sé que se le ocurrió a la Comitiva de Esperanza para el Cuidado de la Humanidad, que sustituyó este título por la mayoría de edad, hace mil noventa y tres años, por culpa de un egoísmo desintegrador que rompía no solo países sino familias y hasta a seres humanos. ¿Es que acaso nací como animal, que no tengo capacidad de sentir lo más luminoso de un mundo sin violencia o lo más perverso de sus inconvenientes? Tengo capacidad para reflexionar y para hablar con sentido común, pero se me niega la categoría de humana hasta que no demuestre con mis actos que así lo soy. 
Estoy mal, no sé qué puedo hacer, muchos de mis compañeros ya lo han conseguido. Ya son las seis y ocho minutos del día 3 de noviembre; tengo unas ganas terribles de que no amanezca, de no encontrar miradas de lástima o de vergüenza. Pero habrá que levantarse y salir de la habitación como todos los días. Tú, con la mirada bien alta, Lucía, aprieta culo y estómago y ¡a lo tuyo! ¿Aún hay que demostrar quién eres? Tú ya lo sabes, alma de cast... 
Lucía dejó de escribir en su diario. Un fuerte ruido en la calle la hizo saltar de su cama y mirar por la ventana. Un gran árbol había salido de la nada y se veía atravesado en la calle junto a dos personas que discutían. De pronto se dio cuenta de que no podía moverse, de que todo, incluso ella, estaba inmóvil, todo excepto esas dos extrañas personas que seguían discutiendo. Por la fuerza del impulso salió despedida de costado para caer sobre el suelo de madera de su cuarto. Se levantó de inmediato, miró por la ventana: árbol y desconocidos habían desaparecido. Miró su cama, dudó de si había sido un sueño, pero con la psique aún impresionada vio su diario, lo cogió y supo de inmediato que había sido real. 
Otra vez el estruendo, pero esta vez, aunque no podía moverse, podía oír a los dos extraños: 
–No voy a dejar que lo tales –decía una voz madura y masculina.
–Me podrás llevar las veces quieras al pasado y aún así lo haré –dijo otra más joven. –Esta vez te llevaré al futuro. 
Ya podía moverse y, lo más rápido que pudo, corrió a la ventana. No había nadie. La abrió y se quedó junto a ella un buen rato, pero no pasaba nada. Comprendió que ya no volverían, tenía un terrible presentimiento. 
Se vistió a toda prisa y salió veloz de su casa. Corrió calle abajo para tomar la segunda a la derecha en dirección al Parque de los Tres Mil Años. Allí estaban los dos hombres en el lateral oriental del parque: uno que llevaba una sierra-láser de talar y que parecía desorientado, y el otro, mirando a Lucía, a la que hacía señas para que se acercase. 
Lucía se ocultó tras un hermoso ciprés; estaba asustada, atónita. En su cabeza resonaba una y otra vez: «No puede ser, no puede ser». El árbol que representaba su identidad, su fuerza y su destino estaba en peligro. Oyó que la llamaban por su nombre, dudó por un momento, pero algo mucho más grande requería de su valor. Salió haciendo frente a los desconocidos. 

–Soy Alma de Castaño. Mis padres, mis abuelos y todos mis antepasados eligieron este árbol por sus increíbles características: tiene sentimiento de eternidad por su longevidad, de grandeza por su gran estatura, de fuerza por su robusto tronco, y de rechazo con valentía de todo lo que puede dañar a lo más hermoso y bueno que cada ser contiene en su interior. Si talas este castaño, talarás mi vida –dijo mientras se acercaba decidida y miraba directamente a los ojos de su agresor. 
–Y tú, ¿quién eres? –le contestó intimidante. 
–Es la última hija de nuestro linaje, si ahora talas este castaño –dijo el mayor–. Da igual cuándo quieras talarlo, siempre habrá a quien perjudicar y tú serás uno de ellos. 
–Mi linaje no es de sangre. Desciendo del Gran Castaño, cada una de sus hojas representa un miembro de la familia Humanidad, y cada rama, una consciente responsabilidad de sostener y educar la Vida. En él la generosidad asciende desde la raíz hasta su copa. Su entrega al mundo se ve reflejada en su fruto nutritivo, que aunque es guardado con afiladas púas, se abre libremente para todo aquel que lo necesite. Así somos los decididos individuos de esta familia llamada universo. 
La sierra-láser de talar se desprendió de la mano del desconocido y cayó al suelo. Su corazón había comprendido una realidad. Así fue cómo ella demostró su humanidad, aunque solo el pasado fue su unico testigo, o quién sabe si alguien más lo fue."
PREMIOS DEL PÚBLICO
Anne Laure Bouly
"Bilbao, noviembre de 2018
Querida Humanidad:
Te escribo esta carta porque quería hablarte de una virtud real, no de una realidad virtual, que es la dignidad. Veo tu cara de sorpresa. Quizás estés pensando que es algo anticuado, que no da de comer. Pero ¿te has parado a pensar en los beneficios de la dignidad? Vamos a ver unos pocos ejemplos.
A veces has oído eso de "vivir con dignidad", aunque tengas muy poco, "morir con dignidad". ¿Qué significa?
Vivir con dignidad: aunque por fuera parezcas un fracasado, porque no cumples con los requisitos de este mundo que exigen estar guapo, a la moda, y tener dinero, por dentro tú sientes que la vida es algo más que esos criterios superficiales que te quieren imponer, y así lo vives. Si te sientes vivo, de pie, recto, y caminas, ¡eres digno amigo!, no te has dejado comer por los piojos de este mundo materialista sin valores.
¿Y qué decir del morir o caer con dignidad? Morir o caer, a todos nos pasa, pero hacerlo con dignidad marca una diferencia fundamental.
Si te caes con dignidad, no vives la caída como un rotundo fracaso en el que los demás se ríen despiadadamente de ti (o eso te parece), viendo cómo te debates en el fango. No vas a evitar que se rían algunos, pero no lo veas como una afrenta. Si miras bien, detrás de su risa hay un miedo a caer y quedar en ridículo.
Lo ridículo es un traje que te quieren poner cuando te has caído. ¡No te lo pongas! Si caes con dignidad, sabes que te vas a levantar nuevamente, y ellos se quedarán con el traje en la mano, ridículos.
En el caso de morir, te ha tocado. Bien, pero no bramas asustado como un animal salvaje, sino que lo aceptas porque en el fondo intuyes que es un final, pero no el final
de todo. Después, comenzará otro ciclo. En verdad, morir con dignidad te cambia la vida.
Ya ves Humanidad, hay mucha ventaja en vivir con dignidad, porque eso significa que vives con la certeza de que hay algo más que las apariencias, de que puede haber un mundo mejor.
Este mundo actual va a morir, ¿lo hará con dignidad? No, porque tampoco es capaz de vivir con dignidad. En tus manos está elegir el campo: la dignidad, que te recuerda quién eres, o la indecencia que te lleva al olvido.


No te voy a condenar por tu elección Humanidad, yo soy parte de ti.
Pero si la mayor parte de tus componentes eligen la indecencia, yo no voy con ellos, y sé que conmigo vendrán unos cuantos. Aunque no seamos tan numerosos, nuestras fuerzas son infinitas, porque contamos con el apoyo del mundo de las virtudes que hacen volar. Los vicios te arrastran por el suelo y te convierten en gusano. ¡Por favor Humanidad, saca tus alas de mariposa y vuela!"

Miguel Angel Antolinez
"Querida Humanidad:
Me decías en tu última carta que estás pasando por un mal momento y que tienes muchos problemas. Esto no es ninguna sorpresa, pues ya sabemos que la vida es cíclica y que después de los buenos momentos vienen los malos, y ambos debemos llevarlos de la mejor manera posible.
Me hablas de tu desánimo y estados depresivos, pues yo te pido que recuerdes tus momentos gloriosos, cuando contemplabas la vida de manera alegre y positiva. Ahora eres la misma, sólo ha cambiado tu forma de ver las cosas. Ten en cuenta que muchos problemas nos vienen por nuestra propia forma de pensar, y en nuestro pensamiento tenemos la clave para mejorar. Cuida tu pensamiento, selecciona tus lecturas, rechaza pensamientos obsesivos, busca la claridad en las ideas, y así podrás mejorar tu estado y acertar en tus decisiones.


Me hablas de sufrimiento y dolor. Pues ten por seguro que si actúas correctamente y de corazón, el sufrimiento será más suave e incluso útil para tu aprendizaje. Nacemos con todo lo necesario para ser felices, pero nuestra torpeza nos lleva a cometer errores que son la causa del dolor. Por eso, te recomiendo que te esfuerces en saber qué es lo correcto en cada caso, y qué te dice tu corazón (no tus impulsos instintivos). No renuncies a tu inteligencia, úsala al máximo, y te ahorrarás muchos sufrimientos.
Debes tener en cuenta que somos parte de la Naturaleza y que, por tanto, todo cuanto nos suceda será natural. Pero la cuestión es saber qué lugar ocupamos en esa Naturaleza. Si miras al cielo en una noche estrellada y contemplas la inmensidad del firmamento, con millones y millones de estrellas, cada una de ellas un sistema solar parecido al nuestro, te darás cuenta de lo pequeños que somos, una partícula microscópica, un granito de arena en el desierto. Por eso debemos aprender a ser humildes y a no darnos tanta importancia, ¿qué somos, realmente, dentro de este gigantesco Universo en el que nos encontramos? La respuesta es una gran paradoja: Somos algo muy pequeño, pero a la vez muy grande, porque, a diferencia de los animales y las bestias, nosotros tenemos la capacidad de contemplar la maravillosa obra del Creador, todo cuanto nos rodea y forma parte de este mundo que nos encontramos cuando vinimos a él.
Todo nos fue dado cuando llegamos a este mundo, nuestro cuerpo, nuestra energía, nuestra capacidad de sentir y de pensar. Todo ha sido un regalo, y aunque algún día tendremos que devolverlo, es bueno estar agradecidos mientras disponemos de él. Y no es bueno que te lamentes y manifiestes quejas, a no ser dirigidas hacia ti misma, pues la situación en la que te hallas es el resultado de lo que has ido creando poco a poco en tu mente, y es justo en tu mente donde tienes tu principal quehacer.
Cuando te sientas humillada y herida responde con amor, pues con odio y violencia, no solucionas nada. Trata de ser juta, y recuerda que es preferible
sufrir una injusticia a cometerla. Saca de tu interior lo mejor de ti misma y aportar bondad allí donde te encuentres.
Mantén la serenidad, sobre todo en los momentos difíciles, y no ceses en tu firme propósito de mejorar, más allá de tus estados de ánimo, que, como, sabes son temporales y cambiantes. Mira hacia el futuro con esperanza, pues finalmente, de la misma forma que cada mañana el Sol sale por el horizonte, dando luz, calor y vida, el Bien reinará en el mundo.
A la espera de tus noticias, recibe un cariñoso saludo y un fuerte abrazo."

domingo, 28 de octubre de 2018

La libreria. Cuando los libros nos ayudan a ser mejores.

Hemos tenido una nueva reunión de soñadores esta vez para hablar del libro de Penelope Fitzgerald “La librería” llevando recientemente a la pantalla por Isabel Coixet.

En este libro sencillo descubrimos las andanzas de Florence Green una viuda de guerra que decide abrir una librería en el pequeño pueblo pesquero en el que vive. 
Toda una osadía que le lleva a desafiar a los poderes fácticos del pueblo y a hacernos comprender el verdadero significado de un héroe, aquel que lucha por lo correcto, por dar lo más hermoso que posee dentro de sí, aunque, quizá, el mundo no este preparado para entenderlo.

El libro destila un gran amor hacia los libros y los mundos que estos abren en nuestra mente, pero también es un canto de libertad hacia aquello soñadores que buscan un mundo más bello y más justo.


Normalmente son aplastados por aquellos que no son capaces de ver mas allá de sus propias inseguridades, pero eso es algo superficial. Nos impresiona y a veces, nos paraliza porque únicamente vemos la derrota exterior, no ahondamos mas allá, sin embargo en este libro nos damos cuenta que los que realmente han perdido son las gentes de ese pequeño pueblo pues Florence, aunque vencida en lo externo, sale reforzada en su dignidad: ha perdido una batalla pero no la guerra.  

Ella ha luchado por algo bueno y noble, y a pesar de los obstáculos, ha seguido adelante hasta el final dándonos una difícil lección: ¿Vamos a negar quienes somos, la oportunidad de hacer un bien al mundo y de dar lo más hermoso que poseemos por miedo?
Con esta pregunta en el aire, se despide
Gota de Lluvia




El pasillo de la muerte: ¿Qué lado alimentarás?

Hemos tenido una nueva reunión de soñadores. En esta ocasión hemos leído la obra de Stephen King “El pasillo de la muerte”, conocido también como “la milla verde” gracias a la exquisita adaptación llevada a cabo por Frank Darabont.
En este, aparentemente sencillo relato, sobre los condenados a muerte y sus guardias en una penitenciaria de Cold Mountain en 1932, sobrevuelan un sinfín de temas diversos: la pena de muerte, el comportamiento humano con su capacidad para la crueldad y también para la bondad, como los presos en ocasiones demuestran más dignidad que sus guardianes…

La historia es contada por Paul Edgecomb, quién en el final de sus días recuerda sus tiempos como guardia en la prisión de Cold Mountain.
La llegada de uno de los presos, John Coffey, va a poner a prueba y hacerse replantearse muchas de sus ideas.
King con un lenguaje sencillo es capaz de llevarnos hasta las profundidades oscuras y recónditas del ser humano, allí donde realmente están los monstruos y el terror es auténtico aunque vestido de cotidianidad.

Paul y su equipo trabajan como cualquier hombre pero su trabajo, aunque sea custodiar a asesinos no deja de ser, finalmente acabar con ellos. Esa cotidianidad acaba encerrando el matar a otro ser humano y lo que acaba descubriendo sobre Coffey le hace plantearse lo que hace, en que momento la linea se desdibuja.
Cuando la mezquindad se viste de uniforme, la crueldad asoma disfrazada de ley como en el caso de Percy. ¿Puede un ser humano matar a varios y sin embargo regalarnos momentos de ternura hacia un ratón? ¿En que momento creemos que todo es blanco o negro?

En esta novela descubrimos una infinidad de grises, de momentos realmente aterradores por ser tremendamente reales y otros tan tiernos y hermosos que nos hacen unirnos a los personajes.

Dentro de todo ser humano hay luz y oscuridad conviviendo, y una de las dos debe salir victoriosa, solo debemos decidir cual vamos a alimentar.
Podemos cometer errores, tremendos errores, pero está en nuestra mano luchar por redimirnos, por ser mejores o caer en el abismo negro y oscuro de crueldad y mezquindad. En nuestras manos está finalmente la elección, decidir que parte vamos a alimentar: podemos ser Percy, cobardes y mezquinos, o Paul, Bruto, Harry que intentan hacer lo correcto, aunque no siempre lo consigan.

Al final el pasillo de la muerte nos aguarda a todos, tarde o temprano lo recorreremos, pero la cuestión no es esa, sino que hacemos con el tiempo que estamos aquí. ¿Qué lado lucharemos por alimentar? ¿Nuestra bondad e inocencia interior o nuestra mezquindad?

Con esta pregunta y nuestra elección se despide
Gota de Lluvia

lunes, 26 de febrero de 2018

El sur o el dolor que nos aleja

Hemos tenido una nueva reunión de soñadores, en esta ocasión para hablar del libro de Adelaida García Morales. Se trata de un libro pequeño pero cargado de sentimientos.
La historia de una niña que evoca los recuerdos de su padre. Desde el principio advertimos una profunda tristeza que se va apoderando poco a poco del relato.

Adriana echa de menos a su padre pero quizás lo que más añora es el hecho de no haber llegado a comprender realmente a ese hombre, tiene ese anhelo de entender la vida de su padre y así quizá hallar las preguntas que su muerte dejaron en su alma.
Su padre como un ser lejano y al que a pesar de todo se siente tan cercana. Él no estuvo a su lado cuando más le necesitaba pero aún así hay un vínculo entre ellos inquebrantable que permanece incluso tras la muerte. 

Quizás el hecho de no haber sido capaz de comprender el intenso dolor del alma de su padre la atrapa y la limita mucho más que su pérdida.
Durante toda la novela la soledad se va a apoderando de los personajes y se ve reflejada en el entorno. Esa casona situada en algún lugar del norte que va poco a poco deteriorándose, haciéndose más oscura y solitaria como los seres que la habitan.


“Nunca olvidaré la impenetrable oscuridad que envolvía la casa cuando tú desapareciste.”

“Aquella noche sentí que el tiempo era siempre destrucción. Yo no conocía otra cosa. El jardín, la casa, las personas que la habitábamos, incluso yo con mis quince años, estábamos envueltos en aquel mismo destino de muerte que parecía arrastrarnos contigo.”

También gracias a esa descripción gris y triste del entorno nos sitúa de modo emocional en la época descrita, un tiempo de posguerra donde las personas aún están envueltas en una tristeza y oscuridad que permanece durante mucho tiempo en la piel, como si el fantasma de la guerra aún resonase en sus oídos. La pluma de Adelaida nos muestra una época, con delicada elegancia y a la vez nos acerca a territorios comunes del ser humano, en los que es fácil dejarse arrastrar cuando no somos capaces de limpiar, de sacudir los acontecimientos difíciles y duros; y dejamos que se nos pose lentamente en el alma, envolviéndola en una segunda piel que ahoga y atrapa. 

“Había en ti algo limpio y luminoso y, al mismo tiempo, un gesto de tristeza que con los años se fue tornando en una profunda amargura y en una dureza implacable.”

Esta novela corta juega con las soledades que habitan en el interior del ser humano, son soledades que se pegan en el alma, que nos impiden avanzar, que acaban no dejándonos ver las personas que están a nuestro alrededor. Esto sucede con el padre de Adriana que atrapado en su pasado y en su dolor, es incapaz de ver la inmensa soledad a la que esta condenando a su hija o la angustia de su mujer.


Y el enorme vacío afectivo en el que ambos están dejando crecer a Adriana. 

Cuántas veces los seres humanos nos envolvemos en nuestro propio mundo y no dejamos entrar ni siquiera a aquellos que nos aman, que necesitan nuestro cariño, y a los que también nosotros amamos en el fondo, pero que perdidos en nuestro propio egoísmo, hemos olvidado.
Adriana necesitará ese viaje al sur para entender a su padre y poder dejar atrás la oscuridad.

Esta novela nos recuerda la necesidad de no perdernos en nuestras soledades, angustias, dolores… porque todos los seres humanos los poseemos, serán reales o inventados, acaban cobrando vida en nuestra alma, y lo más honesto y real que podemos hacer es enfrentarnos a ellos, entender que los tenemos pero que no somos los únicos, alzar los ojos de nuestro ombligo y mirar a nuestro alrededor.


Encontrar ese sur que nos ilumine y nos haga sonreír. 
Deseando que seáis capaces de no perderos en vuestras soledades se despide

Gota de Lluvia.

jueves, 1 de febrero de 2018

Los santos inocentes: una mirada sincera a nuestro alrededor

Hemos tenido una nueva reunión de soñadores, esta vez para disfrutar de la pluma del gran Miguel Delibes. 
Es difícil imaginar esta novela sin hablar de su estupenda adaptación cinematográfica, llevada con gran maestría por Mario Camus.


¿Podemos imaginar otro rostro para Paco, el bajo, que el del Alfredo Landa? ¿O otro actor capaz de describir mejor la vulgaridad y la inocencia cargada de ternura de Azarías, que Paco Rabal con su “milana bonita”?.

La novela nos invita a reflexionar sobre los valores humanos, para ello expone los hechos ocurridos hasta no hace mucho en nuestro país, donde seres humanos estaban atrapados en una espiral de sumisión y servilismo. Dominados y dominantes parecían estar condenados a no salir de ese mundo estanco. 
Delibes con un gran ejercicio estilístico nos invita a una reflexión profunda y real sobre la dignidad humana, la injusticia y finalmente sobre nosotros mismos.
Para ello se atreve a realizar una novela casi sin signos de puntuación que atrapa y conmueve al lector a pesar del esfuerzo a realizar.

Delibes crea unos personajes complejos, atrapados en el mundo que les ha tocado vivir, ése que aceptan sin rechistar, ya que no conocen nada más. Solamente el Quirque, uno de los hijos de Paco, el bajo y Régula parece entender que hay otro mundo y otras oportunidades.
Azarías en su inocencia es capaz de mostrar verdadera compasión y humanidad por aquellos otros seres que le rodean y que son aún más frágiles e inocentes que él: la niña Chica y su milana bonita. 
El señorito Ivan tan metido en su propio egoísmo que es incapaz de ver más allá de sus deseos y anhelos.


Todos y cada uno de ellos viven una realidad en la que están enclaustrados y de la que no parecen querer salir. 
Delibes plasma esta realidad para ayudarnos a observar mejor nuestro alrededor. ¿Somos realmente conscientes de la importancia de la educación en unos valores sólidos y auténticos que nos acerquen como humanidad? ¿O nos guiamos empujados por una idea egoísta en la que para ser más, debo menoscabar las cualidades del otro?

Azarías en su inocencia más autentica, siente amor y ternura hacia aquellos más indefensos. De modo natural sale en él la defensa del más débil. Quizás deberíamos de aprender esa compasión, un poco infantil en él, y adaptándola a nuestras propias capacidades, entender que ser mejor es dar lo más bello de nuestro interior con cariño, con humildad. 
Intentar ser la mejor versión de uno mismo no resta valor a los demás sino que nos aúna y nos hace alejarnos de esa espiral egoísta que nos aísla y oscurece.
Deseando que esta novela nos ayude a reflexionar y observar con más nitidez el mundo se despide


Gota de Lluvia